Los beneficios pueden ser
Los beneficios pueden ser: para la salud (nutricionales), preservación (o de
duración de la vida útil del alimento) y de producción (mejor utilización de las
tierras de cultivo, menor uso de pesticidas en la producción agrícola).
• Mejor calidad de los granos en semilla. Alimentos más nutritivos.
Alimentos
más apetitosos.
• Mayores niveles de proteínas en los cultivos de forrajes.
• Tolerancia a sequías e inundaciones
‘•Tolerancia a sales y metales.
• Tolerancia al frío y al calor.
Los caracteres introducidos mediante ingeniería genética en especies destinadas
a la producción de alimentos buscan el incremento de la productividad (por
ejemplo, mediante una resistencia mejorada a las plagas) así como la
introducción de características de calidad nuevas. Debido al mayor desarrollo de
la manipulación genética en especies vegetales, todos los alimentos transgénicos
corresponden a derivados de plantas. Por ejemplo, un carácter empleado con
frecuencia es la
resistencia a herbicidas,
puesto que de este modo es posible emplearlos afectando sólo a la flora ajena al
cultivo. Cabe destacar que el empleo de variedades modificadas y resistentes a
herbicidas ha disminuido la contaminación debido a estos productos en
acuíferos
y suelo, sí bien es cierto que no se requeriría el uso de estos herbicidas tan
nocivos por su alto contenido en glifosato (GLY) y amonio glifosinado (GLU) si
no se plantaran estas variedades, diseñadas exclusivamente para resistir a
dichos compuestos.
Las plagas de
insectos
son uno de los elementos más devastadores en agricultura. Por esta razón, la
introducción de genes que provocan el desarrollo de resistentes a uno o varios
órdenes
de insectos ha sido un elemento común a muchas de las variedades patentadas. Las
ventajas de este método suponen un menor uso de insecticidas en los campos
sembrados con estas variedades, lo que redunda en un menor impacto en el
ecosistema que alberga al cultivo y por la salud de los trabajadores que
manipulan los
fitosanitarios.
Ejemplos:
Arroz modificado genéticamente
para lograr un contenido de hierro y caroteno mejorado (una mejor calidad
nutricional del arroz).
Incorporación de un gen bacteriano
en las plantas de papas que aumenta la producción de almidón y reduce el
contenido de agua.
Frijol (poroto) soja con un gene
de la bacteria bacillus thurigiensis le permite producir una proteína, tóxica
para unos insectos que la perjudican.
La llamada ya
segunda generación de transgénicos pretende cambiar el producto en
beneficio del consumidor. Se busca mejorar sus cualidades nutritivas o incluir
propiedades curativas.
El doctor José Pío Beltrán, responsable del IBMCP, aseguró que los alimentos
transgénicos “son los más seguros de la historia de la humanidad” debido a los
controles que deben superar, y señaló que cerca del 40% de los alimentos del
mercado “se producen vía transgénesis”, como por ejemplo, el yogur. Explicó que
en su instituto desarrollan variedades transgénicas de plantas de arroz “bomba”
para que sean de menor tamaño, con el objetivo de que “no se echen a perder” por
el azote del viento. Mostró cultivos in vitro y en invernadero de tomate, melón,
sandía, pepino y geranios transgénicos.
Beltrán señaló que en este centro aplican la ingeniería genética para
mejorar las carencias de sabor, aroma, color y excesiva presencia de semillas
en los tomates. Así, han desarrollado los llamados tomates azules, destinados a
fines terapéuticos como la
fabricación de vacunas, y cuya pigmentación azul sirve para distinguirlos de los
tomates destinados al consumo. Otra aplicación biotecnológica desarrollada en el
IBMCP es la obtención de biocombustibles a través de la Pawlonia transgénica,
una planta de rápido crecimiento capaz de producir gran cantidad de biomasa.
En cuanto a las plantas ornamentales, explicó sus estudios para modificar la
planta del ficus y hacer que adquiera una estructura más compacta. Beltrán
añadió que los beneficios que se pueden conseguir mediante la transformación
genética de todas estas variedades vegetales “están dirigidos al consumidor” y a
la mejora de la producción. Desde el IBMCP lamentan, sin embargo, que “nadie
haga ascos” a una insulina transgénica, pero que se pongan trabas a las
variedades MG en alimentación. En este sentido, José Pío Beltrán recordó que la
Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que, hasta el momento, no se han
registrado daños en la salud por la ingesta de productos transgénicos, y alertó
del retraso tecnológico de 10 años que se registra en España en esta materia,
frente a otros países que exportan a la península sus alimentos transgénicos.
Por ello, ve necesario un cambio en la legislación y mayores ayudas económicas
por parte de Europa.
Por su parte, los doctores del IVIA Luis Navarro y Leandro Peña explicaron
los proyectos que este centro desarrolla con cítricos transgénicos: naranjos
dulces, mandarinos, pomelos, limones y limas, y mostraron los invernaderos en
los que han plantado las variedades destinadas a la investigación. Dijeron que
uno de sus objetivos es la mejora de la calidad de estos productos de cara al
consumidor. De esta forma, han creado frutas sin semillas, tal y como lo exige
el mercado, destacaron. Además, aseguraron que mediante la introducción de genes
de floración en las variedades mencionadas se consiguen naranjos que florecen
“muy rápidamente”, con lo que los mercados podrían suministrar fruta madura
durante más tiempo, al reducirse su temporalidad.
Asimismo, sostienen que varios problemas que asolan a estas frutas, tales
como las heladas, la sobreexposición al sol, la intrusión salina (un problema
típicamente valenciano) y las inundaciones, así como muchas enfermedades, pueden
“solventarse mediante la mejora genética”. En este sentido, dijeron que el IVIA
alberga un banco de germoplasma con 500 variedades de cítricos libres de
patógenos. Uno de ellos, el virus de la tristeza, de presencia común en estas
plantas, puede ser contrarrestado a base de ingeniería genética.
Luis Navarro y Leandro Peña explicaron también sus investigaciones para
lograr plantas de cítricos semi-enanas, con lo que se alcanzaría una mayor
densidad de plantación y un manejo más sencillo por parte de los agricultores,
que se traduciría en una reducción de los costes. Para terminar, subrayaron la
importancia de poder practicar “evaluaciones en campo” de los cítricos MG con
los que trabajan.