En 1983 se creó la primera planta transgénica, y en 20 años los
cultivos
transgénicos, impulsados por unas pocas multinacionales, pasaron de la nada a
más de 67,7 millones de hectáreas en el año 2003, sin que aún se conozcan sus
consecuencias sobre la salud y el medio ambiente, y en contradicción con el más
elemental principio de precaución. Según el Servicio Internacional para la
Adquisición de Aplicaciones Agrobiotecnológicas (ISAAA), el área mundial de
cultivos transgénicos se multiplicó por 40 desde 1996.
La progresión ha sido espectacular, desde el primer cultivo
transgénico de
tabaco en 1992 en China, y las primeras plantaciones comerciales en Estados
Unidos en 1994. En 1995 se cultivaron apenas 200.000 hectáreas, en 1996 se pasó
a 1,7 millones de hectáreas, en 1997 a 11 millones, en 1998 se cultivaron 27,8
millones, en 1999 se plantaron 39,9 millones, 43 millones en 2000, 52,6 millones
en 2001, 58,7 millones en 2002 y en el año 2003 se alcanzaron los 67,7 millones
de hectáreas, con un crecimiento mundial del 15% (11% en los países
industrializados respecto a 2002 y un 28% de aumento en los países en
desarrollo).
En cuanto al potencial de la biotecnología para alimentar a la población
mundial, las tendencias actuales no son muy alentadoras.
El problema del hambre, que afecta según la FAO a 842 millones de personas, es
un problema de distribución y de desigualdades, y no de falta de alimentos, que
sobran.
Ha
aumentado el número de países con cultivos transgénicos:
L
6 en 1996,
L
9 en 1998,
L
13 en 2001, y
L
18 en 2003.
Los transgénicos se cultivaron en 2003 en:
países industrializados
países en desarrollo
Estados Unidos
Argentina
Canadá
China
Australia
Brasil
España
Sudáfrica
Alemania
Indonesia
Rumania
México
Bulgaria
India
Uruguay,
Colombia
Honduras
Filipinas
En Australia disminuyó la superficie cultivada, que fue de sólo 100.000
hectáreas de algodón transgénico. India plantó algodón Bt por segundo año,
llegando a 100.000 hectáreas en 2003. Uruguay plantó 60.000 hectáreas de soja y
maíz Bt, y Rumania sembró 70.000 hectáreas de soja transgénica.
España siguió siendo el único país de la Unión Europea que
sembró una
superficie importante con cultivos transgénicos, 32.000 hectáreas de maíz Bt,
con un aumento del 33% respecto a 2002, aunque deberá dejar de cultivarlo, por
la utilización de antibióticos, que inducen a resistencias, tras la resolución
del Parlamento Europeo.
En el resto de Europa, Alemania sembró una pequeña superficie
con maíz Bt, y Bulgaria siguió cultivando unos pocos miles de hectáreas de maíz
tolerante a herbicidas.
Filipinas sembró por primera vez cultivos transgénicos en 2003,
unas 20.000
hectáreas de maíz Bt.
En Indonesia los agricultores sembraron una pequeña superficie
con algodón Bt en Sulawesi.
Colombia aumentó las plantaciones de maíz Bt hasta unas 5.000
hectáreas, y Honduras plantó 2.000 hectáreas de maíz Bt en 2003 (500 hectáreas
en 2002).
México cultivó 25.000 hectáreas de maíz Bt y 10.000 hectáreas de
soja tolerante al herbicida glifosato.
Superficie afectada durante 2003 en los principales a los principales cultivos
(con alternativa transgénica)
Cuota
del mercado
Estas
empresas también producen el 60% de los plaguicidas y el 23% de las semillas
comerciales.
Las plantas transgénicas son mayoritariamente resistentes a los herbicidas, y se
venden formando parte de un “paquete de tecnología” que incluye la semilla
transgénica y el herbicida al que es resistente.
Los dos productos más difundidos actualmente son el “Roundup Ready” de Monsanto
que tolera su herbicida “Roundup” (glifosato), y el “Liberty Link” de AgrEvo que
tolera su herbicida “Liberty” (glufosinato).
Al diseñar cultivos tolerantes a niveles muy altos de exposición a un herbicida
(que es un producto químico tóxico para la mayoría de las plantas), las empresas
ofrecen a los agricultores la opción de usar potentes aplicaciones de herbicidas
en la estación de crecimiento, en lugar de la práctica normal que requiere una
serie de aplicaciones de varios compuestos diferentes, simplificando el trabajo
de muchos agricultores.
Otro beneficio potencial es que pueden permitir “el mínimo laboreo”, las
técnicas de cultivo que reducen la necesidad de arar o incluso lo eliminan
completamente.
Las plantas transgénicas resistentes a los herbicidas, al igual que los cultivos
Bt, son una extensión del modelo actual basado en los plaguicidas. Pueden
permitir una reducción del uso de los herbicidas a corto plazo, pero su adopción
no libera de la dependencia de los herbicidas.
En muchas partes del mundo en desarrollo, donde hoy apenas se usan herbicidas,
el hábito de su uso podría agravar la crisis ambiental: los herbicidas son
tóxicos para muchos organismos del suelo, contaminan las aguas subterráneas y
pueden tener efectos a largo plazo en las personas y en la fauna. Y, por
supuesto, la resistencia aparecerá, pues se favorece la dependencia de unos
pocos herbicidas de amplio espectro (glifosato y glufosinato), por lo que la
resistencia se desarrollará más rápidamente, y la agricultura será más
vulnerable.
En EE UU el uso generalizado de Roundup (glifosato) en la soja Roundup Ready ha
promovido varias especies de malas hierbas resistentes a ese herbicida.
En 1997, un año después de su primera plantación comercial en Canadá, un
agricultor informó, y las pruebas de ADN confirmaron, que la colza Roundup Ready
se había propagado, por polinización, a una especie silvestre cercana, que
crecía en los márgenes del sembrado, produciendo una mala hierba con
resistencia al herbicida.
El gen con resistencia al herbicida había “escapado.” Había aparecido una grave
contaminación, la genética, al abrir la caja de Pandora transgénica.
Si un cultivo transgénico es capaz de reproducirse sexualmente (algunos han sido
manipulados para que sean estériles), la fuga de “transgenes” es inevitable, lo
que puede tener graves consecuencias en las zonas de gran diversidad agrícola.
El algodón de Monsanto, mezcla de Roundup Ready y Bt, está en el mercado desde
hace varios años.
En el futuro podría difundir una amplia variedad de potentes genes en la
naturaleza.
Bacillus thuringiensis (Bt)
El Bacillus thuringiensis (Bt) transgénico reemplaza a un insecticida, que antes
se rociaba sobre las plantas, por otro dentro de la misma planta. La resistencia
de las plagas al Bt podría aparecer en pocos años, afectando no sólo a los
cultivos transgénicos, dado que el Bt también se usa en los cultivos
convencionales.
Los agricultores verán cómo uno de los plaguicidas más benigno ambientalmente
dejará de ser útil. Los cultivos Bt son un retroceso a los peores días del
empleo masivo de plaguicidas químicos, cuando se animaba a que los agricultores
rociaran sus campos con plaguicidas cuya toxicidad no tardó en aparecer.
El Bt está programado para atacar a la plaga durante todo el periodo de
crecimiento de la planta, aumentando la probabilidad de resistencia, al aumentar
al máximo la exposición.
Transgénesis y Patentes
Todas las semillas transgénicas están patentadas. Hasta ahora los agricultores
podían comprar las semillas, incluso las patentadas, y podían usarlas
posteriormente en sus propios cultivos e incluso cambiarlas por otras semillas.
Pero con las nuevas leyes de patentes, todas esas actividades son ilegales; el
comprador paga por usar una sola vez el germoplasma. El derecho a poseer genes
es un fenómeno nuevo en la historia mundial y sus efectos en la agricultura, y
en la vida en general, todavía es muy incierto.
L
Las multinacionales argumentan que la propiedad intelectual es esencial para que
prospere su industria.
L
Para otros se trata de un nuevo neofeudalismo, que convierte a los agricultores
en los nuevos siervos de las multinacionales, que les venden semillas y
plaguicidas y les compran la producción a muy bajos precios, sin dejarles ni
oficio ni beneficio, con el único consuelo de la propiedad formal sobre la
tierra que cultivan.
Las patentes son un ingrediente importante en la expansión de la industria. Las
ventas globales de plantas transgénicas crecieron de 75 millones de dólares en
1995 a 4.500 millones en 2003. Se espera que las ventas alcancen los 5.000
millones en 2005 y 25.000 millones en el año 2010. Para defender sus derechos
sobre las patentes, las cuatro o cinco multinacionales del sector exigen a los
agricultores que firmen “contratos de semillas” donde entre otras cláusulas, se
puede estipular qué marca de plaguicidas debe usar el agricultor, una especie de
mercado cautivo para algunos herbicidas en estos “paquetes tecnológicos.”
Las
semillas transgénicas
y las futuras generaciones que puedan derivarse de ellas, se convierten en una
propiedad privada, pero de la compañía que las patentó. En este vídeo podemos
conocer con mayor profundidad las semillas transgénicas, sus problemas y
consecuencias.
Es escandaloso e inmoral, según se desprende del reportaje
del canal Odisea, si en unos terrenos de cultivo aparecen plantas transgénicas
de colza, ya sea porque el aire trajo las semillas o porque alguien las lanzó
fortuitamente, la compañía propietaria de la patente tiene derecho a
reclamarlas.
En un principio pueden ser sólo unas pocas plantas y pasar
inadvertidas, pero cada una de ellas puede terminar originando de 4.000 a 10.000
semillas transgénicas que se dispersarán por todo el campo de
cultivo y el próximo año terminar germinando. Las consecuencias son desastrosas,
ya que pueden destruir cultivos posteriores que el agricultor hubiera
desarrollado.
Esto ya es grave de por sí pero lo que viene a continuación
es de juzgado de guardia, Monsanto te puede denunciar indicando que las plantas
y las semillas son de su propiedad. No importa cómo han llegado allí las
semillas, pero sí importa, según la compañía, que el agricultor las haya dejado
crecer.
No hay duda alguna, las semillas de soja y sus posteriores generaciones son
reivindicadas propiedad de Monsanto y ésta denuncia al agricultor. La sentencia
del juicio obliga al agricultor a devolver las semillas y las plantas ya
germinadas a la compañía, el agricultor indignado se pregunta ¿cómo puede hacer
eso si las plantas y las semillas están dispersas por millones en todas sus
tierras?
La verdad es que resulta imposible, ¿qué es lo que le da
derecho a la compañía Monsanto a poder patentar algo que produce vida? Se
pregunta el agricultor. Si en un principio, el agricultor plantó soja
transgénica comprándole las semillas a Monsanto y al siguiente año la soja ha
originado nuevas semillas y éstas germinan, en teoría no deberían ser propiedad
de esta compañía, las primeras las desarrollo Monsanto, pero las posteriores
generaciones fueron desarrolladas gracias a las lluvias, la acción del sol y el
calor de la tierra.
O sea, que la patente es sobre el tipo de semilla y de por
vida, pero, ¿y si ya no quiero cultivar más semillas transgénicas y no puedo
erradicarlas?, da igual, Monsanto obligaría a devolverlas y la justicia estaría
de su parte, realmente es un tema bastante complicado.
Se entiende que Monsanto no quiere que los agricultores se
aprovechen de las semillas iniciales y preserva sus trabajos y desarrollo, la
empresa quiere que se le compren a ella cada año las semillas con los
correspondientes productos químicos para tratarlas y que se paguen los impuestos
oportunos por utilizar biotecnología, además, un contrato te obliga a no poder
utilizar las semillas iniciales con fines reproductivos.
Si utilizas una vez este tipo de semillas, se podría decir
que estas condenado a utilizarlas siempre. Otro dato curioso del vídeo, los
denominados “policías de Monsanto” pueden inspeccionar un campo al cabo de tres
años de haber utilizado semillas transgénicas y comprobar si el agricultor está
utilizándolas sea consciente o inconscientemente, si es así, los problemas que
se ciernen sobre el agricultor son bastantes.
A raíz de este documental podemos comprender además, por qué
se desarrolló la tecnología Terminator. El final del documental revela un dato
un tanto alarmante, toda la colza canadiense está contaminada de colza
transgénica y las propias empresas del país reconocen que es así.
Hoy habia 1 visitantes (4 clics a subpáginas) ¡Aqui en esta página!
Acerca de esta página
Aqui puede anotar algunas informaciones sobre su página web o introducir p.ej. enlaces que conducen hacia sus colegas o cosas parecidas;-)