La_postura-de_diversos_sectores_frente_a_este_tipo_de_alimentos
¿
Qué piensan los ecologistas?.
Las fuerzas ecológicas del planeta se han unido en contra de los alimentos
modificados, argumentando que destruirán la biodiversidad del planeta y
afectarán gravemente la salud del hombre.
Lo siguiente es un fragmento de una declaración hecha por Ecologistas en Acción:
“En los últimos tiempos la manipulación genética de los organismos vivos ha
pasado de ser una historia de ciencia ficción a convertirse, literalmente, en el
pan nuestro de cada día. En sólo dos años hemos asistido -con cierta impotencia-
a la entrada masiva de las primeras cosechas de cultivos manipulados
genéticamente a nuestros privilegiados mercados europeos, y a la siembra de las
primeras variedades de maíz transgénicas en nuestros campos.”
Según ellos, la nueva tecnología genética se "vende" como la tecnología "del
futuro", pero en realidad se impone, sin haber dado tiempo a los distintos
sectores de la sociedad para evaluar sus peligros, y emitir los juicios que cada
cual concibiese.
Afirman que los alimentos manipulados genéticamente no son más baratos, ni más
sanos, ni solucionan los grandes problemas de la humanidad. Muy al contrario, la
práctica totalidad de los nuevos cultivos han sido diseñados exclusivamente con
el objetivo de aumentar las ganancias y el control del mercado mundial de
alimentos por la industria agroquímica transnacional, que controla el gran
negocio mundial de los herbicidas y plaguicidas químicos, y que recientemente se
ha fusionado con las grandes casas mundiales de semillas.
”Una abrumadora proporción de la superficie de cultivos manipulados
genéticamente se dedica a variedades tolerantes a los herbicidas, que se venden
en un "paquete", aumentando la dependencia del agricultor y asegurando con ello
a la industria un lucrativo negocio, al tiempo que se continua envenenando el
medio ambiente y nuestra salud.”-recalcan.
Además, advierten que el cultivo de estas variedades a gran escala puede tener
unas gravísimas repercusiones en los ecosistemas, al afectar a especies
beneficiosas, como los insectos que transportan el polen de una planta a otra, o
a insectos que se alimentan de las plagas y que suponen una forma natural de
control de las mismas, así como a organismos del suelo (bacterias, hongos,
gusanos….) que son imprescindibles para su fertilidad.
En cuanto al problema del etiquetado correcto de estos productos, los
ecologistas reafirman que se pretende también que los consumidores “seamos
conejillos de indias de este increíble experimento, ya que los riesgos para la
salud humana de los alimentos transgénicos no han sido evaluados
suficientemente, y a medida que la investigación avanza surgen mayores dudas en
cuanto a sus peligros para la salud. La manipulación genética puede alterar el
comportamiento de una planta, provocando la formación de compuestos totalmente
nuevos, o la acumulación de sustancias dañinas para la salud. Además, el uso de
virus y bacterias "mutilados" en los procesos de manipulación genética de
organismos vivos está a la orden del día, sin que se hayan podido descartar los
riesgos que esto entraña para nuestra salud.“
Refiriéndose a la posibilidad de solucionar el dilema de la insuficiencia de
víveres en el planeta a través de los AMGs, plantean : “(...) aunque nos quieran
convencer de lo contrario , el problema del hambre en el mundo no es un
inconveniente de escasez de alimentos, sino un conflicto de reparto, y de acceso
a la tierra, a las semillas. El simple aumento de la producción que promete la
revolución biotecnológica (espejismo muy a largo plazo, como demuestra la
realidad de los cultivos transgénicos desarrollados) no conduce a alimentar a
las poblaciones más necesitadas, y sí a despojarlas de sus tierras, de sus
semillas”.
Sin embargo, en este punto podemos conferirles la razón. El elevado precio de
las semillas patentadas y de los herbicidas asociados a su cultivo, y las
características de las nuevas variedades, ventajosas para las grandes
explotaciones muy mecanizadas, está aumentando la marginación de los pequeños
agricultores locales en el suministro de alimentos. Con ello no se solucionan
los problemas del hambre, sino que se pone en peligro el medio de subsistencia
de cerca de la mitad de la población mundial que todavía vive de la agricultura
y la biodiversidad mundial, y se agrava el problema de acceso a los alimentos
para los más pobres.
“Lejos de contribuir a solucionar los problemas del hambre, por tanto, los
cultivos transgénicos y el monopolio de las semillas mediante las patentes
biotecnológicas son una amenaza para la agricultura sostenible, para la salud y
para la seguridad alimentaria de todos los pueblos, especialmente los del Sur.”
De esta forma, es fácil determinar que los ecologistas son totalmente contrarios
a la producción y comercialización de los transgénicos, postulando argumentos
válidos en algunos sentidos. Lo que sí han dejado claro a través de las diversas
protestas y declaraciones realizadas, es que lucharán hasta el fin por defender
sus ideales y proteger a la Madre Tierra.
III.3.2 Los Científicos y sus ideas.
La postura de los hombres de ciencia está dividida: algunos defienden sus
“creaciones” y otros las evalúan en forma más crítica y proyectados al futuro.
Daniel Ramón, del Instituto de Agroquímica y Tecnología de Alimentos de
Valencia, España, asegura que, desde el punto de vista científico, se puede
afirmar que los alimentos transgénicos que en la actualidad se comercializan son
"al menos tan seguros como aquellos convencionales de los que proceden", según
señaló durante el I Encuentro Internacional sobre Biotecnología, Industria y
Sociedad Biospain'99.
Vaticina que el futuro de los alimentos transgénicos, que ya son "una realidad
incuestionable", dependerá de "meros intereses económicos", pero que en última
instancia debe ser el consumidor "quien debe escoger, para lo que debe estar
informado de todo lo bueno y lo malo que los alimentos transgénicos implican",
señaló.
Así, resalta que el peligro para la salud se ha estudiado "pormenorizadamente"
en todos y cada uno de este tipo de productos que hasta la fecha han obtenido el
permiso de comercialización y,"sin duda, son los que han pasado por un mayor
número de controles", asegura.
Con respecto al riesgo para el medio ambiente, señala que se alerta de los
efectos perniciosos que puede suponer la posible transferencia de los genes
exógenos desde la variedad transgénica a variedad silvestre. Pero agrega que
estas transferencia se produce "frecuentemente" en la Naturaleza, aunque en
algunas especies más que otras, por lo que el control "sobre este tipo de
experimentos debe ser riguroso y de hecho es así", destacó. Además, expuso que
en este "ataque a la biodiversidad" no la provoca sólo los alimentos
transgénicos, sino que desde que el hombre es agricultor "sesga el empleo de
unas pocas variedades".
Este experto juzgó que la única solución a la confusión actual del consumidor
sobre las ventajas de este tipo de productos es "explicar a la sociedad sin
sesgos las posibilidades y riesgos de estas nuevas tecnologías", aunque sea una
tarea difícil porque requiere de "un enfoque multidisciplinar llevado a cabo por
expertos independientes".
Otros científicos, menos optimistas, están preocupados por las diferentes
combinaciones que pueden existir en el futuro, con componentes de otras plantas
o animales que los consumidores no sepan. Como por ejemplo material genético de
tomates o maní incorporados a otros cultivos y que los alérgicos a estos
alimentos ignoran que los están consumiendo. O plantas que han sido modificadas
con marcadores genéticos de resistencia a antibióticos. ¿Que pasa cuando los
humanos consumimos estos alimentos? Algunos estudios europeos sugieren que
pueden afectar la bacteria normal del intestino y también crear bacterias
resistentes a muchos antibióticos.
La incertidumbre frente a lo nuevo y desconocido, ha hecho presa también de la
ciencia. Los experimentos con AMGs y ADN de organismos en general, son
totalmente relativos y variables, no existe aún un control eficaz de ellos. La
posibilidad que se escapen de las manos de la ciencia está latente. Por ello,
algunos científicos abogan por la prudencia y la precaución.
III.3.3 Los diversos Estados Europeos y Americanos.
Así como cada persona se ha formado su propia opinión en torno a estos
productos, los diversos estados han hecho lo mismo, orientándose hacia la
ciencia, la religión, etc. De esta manera han establecido una postura distinta
cada cual, destacando el gran contrate entre la actitud de Estados Unidos y la
mayoría de los países europeos, quienes han denegado la aprobación a los
transgénicos, al contrario de la potencia americana, que mantiene las puertas
abiertas a todo tipo de desarrollo y avance en el área biotecnológica.
En Italia, por ejemplo, se ha mantenido la decisión de la Unión Europea y las
aduanas han comenzado la instalación de nuevos dispositivos de mayor eficacia
para detectar la presencia de organismos modificados genéticamente en los
alimentos importados. El moderno instrumental, con un costo cercano a los 12.000
dólares, ha sido ya instalado de forma experimental en los laboratorios de las
aduanas en Roma. Esta innovación permite realizar entre treinta y cuarenta
análisis diarios gracias a la técnica denominada "RCP", basada en una reacción
en cadena de polímeros. Las autoridades italianas esperan poder detectar a
partir de ahora de forma casi inmediata la presencia de AMsG , haciendo respetar
la rigurosa normativa europea en materia de etiquetado e identificación de
productos transgénicos.
No obstante, España ha optado por su propia postura y se ha convertido en el
único país de Europa donde se cultiva maíz transgénico, transgrediendo la
normativa de la Unión Europea. Mas, algunos científicos españoles estiman que se
está sembrando sin ningún control, pues la semilla la puede comprar cualquiera,
nadie ha explicado a los agricultores que deberían implantar refugios para
retrasar la aparición de resistencias; nadie controla la aparición de los
transgénicos en la cadena de la alimentación ni informa al consumidor de qué
alimentos contienen componentes transgénicos. Asimismo, el resto de estados
europeos consideran que el gobierno español está favoreciendo los intereses de
las empresas biotecnológicas y su propio crecimiento económico, en vez de
proteger a los pequeños agricultores y la salud de los ciudadanos.
El primer laboratorio español preparado para identificar las modificaciones
genéticas hechas en productos como tomates, soya, maíz y sus derivados, además
de materias primas agroalimentarias, está funcionando en Barcelona. La causa de
su creación radica en que mientras la normativa europea obliga a hacer constar
en el etiquetado de los productos sus características transgénicas, en Estados
Unidos no es obligatorio, por lo que las empresas que importan soya
estadounidense se ven obligadas a saber si el producto está modificado
genéticamente para cumplir con la normativa europea.
En las naciones de América del Sur, la situación es diferente, pues cada país
tiene autonomía en cuanto a este tema se refiere.
En el caso de Ecuador, la Constitución establece, en su artículo 89, la
necesidad de "regular, bajo estrictas normas de bioseguridad, la propagación en
el medio ambiente, la experimentación, el uso, la comercialización y la
importación de organismos genéticamente modificados"; mientras que Argentina es
productora oficial de soya transgénica.
Ésta se utilizó por primera vez a nivel de cultivo comercial en la campaña
agrícola 1997/98. De acuerdo al Informe Mensual de Insumos Agrícolas de la
Dirección de Agricultura, se estima que el área sembrada ascendió a 1,4 millones
de hectáreas obteniéndose una producción superior a 3,75 millones de toneladas,
es decir el 20% del total del país. Del mismo modo, se produjo un incremento en
el área sembrada que parecería acercarse a los 5,5 millones de hectáreas, con lo
cual representaría el 74% de la intención de siembra de la nación trasandina, en
el ciclo 1998/99.
Por su parte, Brasil ha seguido la pauta de los europeos y ha prohibido la
plantación y/o comercialización de la soya Roundup Ready genéticamente
modificada, producida por las compañías Monsanto y Monsay, exigiendo, además,
someter el producto a estudios de impacto ambiental antes de comercializarlo.
La problemática en Chile ha sido enfrentada de otra manera, según el patrón de
los Estados Unidos : en nuestro país hay más de cinco mil hectáreas dedicadas a
cultivos transgénicos, todas autorizados por el Servicio Agrícola y Ganadero. Se
trata de semillas de maíz, soya, remolacha, canola y tomate, que se importan
para ser cultivadas y reproducidas aquí. Según cifras del sector industrial, el
30 por ciento del maíz que se siembra en Chile tiene características
transgénicas. No obstante, la comercialización interna de este tipo de semillas
aún no se autoriza y se producen sólo para multiplicarlas y exportarlas. Sin
embargo, se prevé claramente, en un futuro no muy lejano, que nuestro país
adoptará la misma actitud abierta a los transgénicos de los norteamericanos,
facilitando su distribución y producción.
Podemos apreciar, por lo tanto, que cada nación ha asumido una postura distinta
frente al dilema que representan los AMGs y su comercialización en el mundo.
Todas las decisiones son legítimas, ya que han sido tomadas por gobiernos que
buscan lo mejor para el desarrollo de su país. No obstante, lo principal es que
la población también se encuentre informada al respecto y pueda, por ende,
criticar objetivamente a la resolución de su estado, contribuyendo a la toma de
la mejor determinación.
¿Qué nos dice la Ética?.
Millones de personas consumen, sin darse cuenta, alimentos contrarios a sus
principios religiosos o éticos relativos a la dieta. Quienes no comen carne de
cerdo, por ejemplo, evidentemente no desearán que elementos provenientes de este
animal sean injertados en el pollo que sí cocinan. Y los vegetarianos preferirán
mantenerse lejos de los tomates Flavr Savr, que contienen genes de pescado para
hacerlos resistente al frío y a un largo período de almacenamiento.
Los alimentos transgénicos también plantean dilemas éticos que trascienden las
preferencias dietéticas. No son pocos los que han rechazado la modificación
genética al considerar que el proceso no es natural ni necesario, sino algo que,
como lo describió el Príncipe Carlos de Gran Bretaña, "lleva al hombre a
dominios que sólo conciernen a Dios".
Durante años, los académicos han supuesto que la agricultura no representa un
problema especial para la ética ambiental, a pesar del hecho de que la vida y la
civilización humanas dependen de la artificialización intencional de la
naturaleza para llevar a cabo la producción agrícola.
A pesar que la introducción de procesos artificiales en la naturaleza es un
hecho necesario e inevitable, toma un trasfondo preocupante, especialmente hoy
que las motivaciones económicas, más que las preocupaciones sobre el medio
ambiente, determinan el tipo de investigación y las modalidades de producción
agrícola que prevalecen en todo el mundo.
De aquí que los éticos sostienen que el problema clave que los agro ecólogos
deben enfrentar, es que la moderna agricultura industrial, hoy epitomizada por
la biotecnología, se funda en premisas filosóficas fundamentalmente falsas y que
precisamente esas premisas necesitan ser expuestas y criticadas para avanzar
hacia una agricultura verdaderamente sostenible. Esto es particularmente
relevante en el caso de la biotecnología, donde la alianza de la ciencia
reduccionista y una industria multinacional monopolizada, que conjuntamente
perciben los problemas agrícolas como simples deficiencias genéticas de los
organismos.
“El objetivo de las declaraciones de este trabajo es contrarrestar las falsas
promesas hechas por la industria de la ingeniería genética, que alega, que ella
alejará a la agricultura de la dependencia en los insumos químicos, que
incrementará su productividad y que también disminuirá los costos de los
insumos, ayudando a reducir los problemas ambientales. Al oponernos a los mitos
de la biotecnología damos a conocer lo que la ingeniería genética realmente es:
otra "solución mágica" destinada a evadir los problemas ambientales de la
agricultura (que de por sí son el resultado de una ronda tecnológica previa de
agroquímicos), sin cuestionar las falsas suposiciones que crearon los problemas
en primer lugar . La biotecnología desarrolla soluciones monogénicas para
problemas que derivan de sistemas de monocultivo ecológicamente inestables,
diseñadas sobre modelos industriales de eficiencia. Ya se ha probado que tal
enfoque unilateral no fue ecológicamente confiable en el caso de los pesticidas”
afirma Miguel Altieri, de la Universidad de California, Berkeley.- “Quienes
proponen la biotecnología son considerados como que tienen una visión utilitaria
de la naturaleza y favorecen el libre intercambio (trade-off) de las ganancias
económicas por el daño ecológico, indiferentes ante las consecuencias para los
seres humanos “.
Como vemos, en el corazón de la crítica ética están los efectos biotecnológicos
sobre las condiciones sociales y económicas y los valores religiosos y morales
que conllevan a preguntas como:
-
¿Deberíamos alterar la estructura genética de todo el reino viviente en nombre
de la utilidad y las ganancias?
-
¿Es la constitución genética de todos los seres vivos la herencia común de
todos, o puede ser adquirida por las corporaciones y de esta manera
convertirse en propiedad privada de algunos?
-
¿Quién dio a las compañías individuales el derecho a monopolizar grupos
enteros de organismos?
-
¿Los biotecnólogos se sienten los dueños de la naturaleza? Es esta una ilusión
construida sobre la arrogancia científica y la economía convencional, ciega a
la complejidad de los procesos ecológicos?
-
¿Es posible minimizar los conceptos éticos y reducir los riesgos ambientales
manteniendo los beneficios?
También surgen algunas preguntas específicas sobre la naturaleza de la
tecnología, en tanto otras cuestionan la dominación de la agenda de
investigación agrícola por intereses comerciales. La distribución desigual de
los beneficios, los posibles riesgos ambientales y la explotación de los
recursos genéticos de las naciones pobres por las ricas demandan algunas
interrogantes más profundas:
-
¿Quién se beneficia de la tecnología? Quién pierde?
-
¿Cuáles han sido las alternativas ignoradas?
-
¿A qué necesidades responde la biotecnología?
-
¿Cómo afecta la tecnología a lo que se está produciendo, cómo, para qué y para
quién se está produciendo?
-
¿Cuáles son las metas sociales y los criterios éticos que guían el problema de
la elección de la investigación biotecnológica?
Definitivamente, el análisis ético de la producción genéticamente modificada,
hace mención e invita a reflexionar orientándose hacia la formación valórica de
cada uno de los factores implicados en ella. De este modo, serán determinadas
las distintas opiniones en torno al tema y podrán justificarse las excepciones.
Quizás España o Estados Unidos otorgan una menor importancia a la crítica ética
que Suecia u otro estado que ha denegado el comercio de AMGs dentro de sus
fronteras. Como así también, las multinacionales preponderarán los ingresos
económicos antes que las pautas valóricas.
Las perspectivas de la aplicación de la biotecnología moderna a la cadena
alimentaria (producción primaria de alimentos, transformación y conservación)
son múltiples, lo mismo que el debate que tiene lugar en todo el mundo. ¿Logrará
la biotecnología una producción de alimentos más sostenible a nivel mundial?, y
a este respecto, ¿ayudará a cumplir las promesas más recientes de la "revolución
verde"?